La cultura del vino está impregnada en la serranía de Ronda un lugar perfecto para descubrir un mundo plagado de aromas, sabores de fondo, paciencia y tiempo. Un destino de lujo desconocido para muchos al que Federico Schatz llegó en 1982 con la idea de crear un viñedo ecológico, gracias a la biodinámica, en una zona marcada por la historia. Un vino premium que este descendiente de vinateros, en su familia se produce vino desde 1641, consiguió desarrollar en las agradables lomas de la comarca de Ronda. Mires donde mires la ciudad por la que han pasado fenicios, romanos y árabes te sorprende con paisajes impresionantes marcados por la historia de los que allí vivieron. Una rica raíz que otros, tras su hazaña, han continuado para producir los mejores vinos de la comarca en los enclaves más singulares.
Aunque las bodegas F. Schatz no son las únicas en la zona, fueron las primeras en planificarse, sembrarse y producir vino en la serranía. Otros proyectos como La Melonera, Samsara Wines, El Cortijo Los Aguilares o la mística Descalzos Viejos, conforman esta pequeña muestra de la cultura del vino en Ronda.
El clima perfecto para la vinicultura
Antes de situar su viñedo en esta localidad malagueña, Federico Schatz estudió con detalle la topografía y el clima de distintas zonas del mundo. Tal y como había acordado con su padre, quería crear su viñedo en un lugar no demasiado alejado de Alemania para seguir cerca de su familia. Tras una larga investigación, descubrió, para su sorpresa, que la comarca de Ronda reunía unas características ideales. Un clima mediterráneo con días cálidos y noches frías, la altura suficiente para recibir también vientos del Atlántico y un terreno fértil en el que numerosas viñas habían producido buenos vinos antes de la entrada de la filoxera, una plaga producida por un insecto minúsculo que fue introducido en Europa hacia 1863. La zona, que en su momento contaba con numerosas variedades de uva autóctona, se encontraba desierta de viñedos, algo que cambió con su cuidadosa intervención.
Experiencias únicas en el viñedo orgánico
La cultura del vino ofrece experiencias únicas en las diferentes bodegas que se distribuyen por la Serranía. Sin embargo, no es la única zona de Málaga dedicada a la vinicultura, ya que la provincia es famosa por sus vinos dulces moscatel, con pequeñas producciones familiares distribuidas por La Axarquía. Igual que Federico, otras personas se sintieron atrapadas por la idea de producir buen vino, por el entorno natural abrumador y espectacular que les rodeaba, el buen clima y el objetivo de sembrar viñedos desde cero en esta rica comarca. Federico Schatz tuvo acceso a las “vides históricas”, primeras tierras que permitían el cultivo de uvas para vino a través de un derecho histórico heredado. Este tipo de suelos era de por sí escaso en la zona, aunque la tradición vinícola de Ronda se inicia con la presencia romana en la antigua ciudad de Acinipo, que precisamente, da nombre a uno de los vinos de su bodega.
Si algo sorprende al visitar este templo del vino orgánico, de apenas tres hectáreas, es el cuidado jardín que alberga una baby secuoya, o el inteligente uso que hace de los diferentes arbustos, como el arrayán, para atraer o evitar la invasión de insectos. Un producto que mima para dar vida a unas, 15000 botellas del más exquisito vino orgánico y producido con la potencia natural de la biodinámica. El 50% de su producción sale de nuestras fronteras cada temporada. Un dato, que refleja claramente el impacto que sus vinos de pequeña producción tienen en los más selectos paladares.
Cultura del vino: enología desde cero
Ana de Castro es la enóloga de La Melonera, llegó a Ronda en 2007 con un objetivo clave, recuperar alguna de las más de 147 variedades propias andaluzas de uva que crecían en esta zona antes de la entrada de la filoxera. La melonera es una de estas variedades parecida a un melón, que a día de hoy compone los vinos producidos por esta bodega. Un proceso de investigación en el que han implicado a la Universidad de Lima en Perú, tras descubrir información interesante consultando el archivo de indias de Sevilla, que reflejaba las cargas de los distintos barcos que se dirigían al nuevo mundo. Ana descubrió que la larga distancia hacía que el vino se agriara, por lo que llegado un momento, los barcos que se trasladaban hasta Latinoamérica comenzaron a llevar variedades de uva para sembrar viñas en la zona. Este hecho histórico hizo posible el rescate de variantes como la propia melonera, que da nombre a la bodega, pero también de otras como la doradilla, la tintina o la rompetinajas con las que desarrollan sus vinos. Este ambicioso proyecto los ha llevado a crear el viñedo desde 0, investigando en cada vendimia la cantidad, calidad y mejor forma de realizar el trabajo con estas variedades.
Bodegas con encanto en la serranía
Tanto el pionero Federico Schatz, como la enóloga Ana de Castro, comparten su amor por el vino con Bibi García de Los Aguilares o Pablo Chacón de Samsara, bodegas estructuradas en la zona prácticamente desde cero y que hoy en día ofrecen los mejores vinos, catas y eventos exclusivos. Además de estas bodegas, Descalzos Viejos, con Paco Retamero y Flavio Salesi a la cabeza, aparece como un oasis en mitad de la serranía, ubicado en un templo trinitario del Siglo XVI, en cuyo refectorio y tras varias capas de cal, encontraron los frescos de Santa Justa y Santa Rufina, que ahora decoran las bodegas. Un lugar místico en el que se concentra una producción limitada y que convive en armonía con un estudio de arquitectura. Descalzos Viejos, es un lugar mágico, ligado a la historia de la serranía, plagada de aventuras de bandoleros, llena de recovecos y lugares en los que perderse a través de los sentidos. Con una producción pequeña, desarrollada con los métodos más artesanales para sacar unas pocas botellas en cada vendimia desde 2003. Confían en la calidad y combinan la fermentación en barrica con el tanque de acero. Las siete hectáreas que componen la finca, potencian las variedades Cabernet Sauvignon, Syrah, Garnacha, Graciano, Petit Verdot, Merlot y Chardonnay.
La cultura del vino con variedades autóctonas
El rescate de variedades como la doradilla, la rompetinajas o la tintina es el objetivo de La Melonera, una de las bodegas más innovadoras en la búsqueda de las raíces, los sabores y olores que rodeaban los montes de Andalucía hace siglos. Una búsqueda apasionante con un desarrollo lento, meticuloso y preciso en el que, el cuidado por los detalles y el amor por la viña marcan su producción. Vinos blancos, rosados y tintos que distribuyen por medio mundo aprovechando a partes iguales la sabiduría de la naturaleza y los avances de la tecnología. ‘Payoya Negra’ es una de sus referencias, homenaje a las cabras autóctonas de la serranía.
Los grandes vinos de Ronda
La calidad de los vinos es uno de los motivos para elegir Ronda como destino de lujo. Variedades premiadas, como el Pinot Noir de Cortijo Los Aguilares o la maravillosa apuesta de La Melonera con ‘Yo Solo’, un vino compuesto en cada añada de distintas variedades autóctonas y que cada año se vinifica de forma diferente para dar a conocer las diferentes variedades y encontrar todos los matices. La línea de vinos de F. Schatz se producen con procesos arraigados a la raíz y protegidos por plantas autóctonas que evitan las plagas. Una estructura de vid integrada en un ecosistema natural que permite su crecimiento. Tipologías botánicas pertenecientes a la biodiversidad de la zona y que ilustran cada uno de los ricos vinos orgánicos que producen en esta bodega. ‘DV Aires’ es una de las marcas que presenta Descalzos Viejos, un vino de gran mineralidad, gracias a la aportación del terreno con alto componente de caliza, que mantiene la humedad y un vinificado a partir de Petit Verdot y Garnacha.
La cultura del vino: decantar en plena naturaleza
La ubicación de Ronda no solo se centra en el ámbito del vino, aunque sin duda es uno de los grandes protagonistas de la comarca. El tajo, forma de denominar un corte profundo en andaluz, divide la ciudad en un gran acantilado por el que discurre el río Guadalevín. Unas vistas espectaculares desde cualquier punto de la ciudad, que se extiende también a su serranía donde conviven la payoya, productora de grandes quesos, y el chivo malagueño, uno de los manjares de la zona.
Un viaje a la historia de la serranía malagueña
Ronda es un lugar enclavado en una de las zonas naturales más imponentes de Andalucía, a medio camino entre la sierra de las Nieves y Cazorla, ambos, espacios protegidos de la biosfera. Una espectacular área llena de árboles milenarios, respetados en el proceso de sembrado y planificación de las viñas y que dan nombre a una de las marcas de La Melonera, "La encina del inglés”, como referencia a la larga tradición de viajeros que recorrían las rutas escarpadas y descansaban a la sombra de una de estas encinas autóctonas. En el Cortijo Los Aguilares, las viñas respetan estos árboles, repartiéndose a través del perímetro y ofreciendo catas aprovechando su envergadura en rincones únicos de la serranía.
Los escarpados caminos son recorridos, aún hoy en día, por algunos burros, forma de transporte que usaban en la antigüedad para llevar productos a una de las ciudades amuralladas más importantes de Andalucía desde la costa y otros puntos de la provincia. Transportistas rurales llamados arrieros, que incorporaban en sus rutas a poetas, artistas y viajeros que descubrían la belleza de la zona caminando por aquellos caminos estrechos que servían de forma de comunicación previa a las carreteras. Espacios rurales que siguen vivos gracias a un desarrollo urbanístico controlado en el que la potencia de la naturaleza no cede ni un milímetro. Un lugar mágico lleno de historia y que invita al visitante a descubrir curiosidades, detalles y anécdotas de la cultura de la región.
Vinos que saben a tierra, a bosque y a hierba
Justo frente al Tajo, uno de los lugares más fotografiados de Ronda, se encuentra el viñedo Samsara Wines, segunda generación de vinateros arraigados a la tierra. Una producción pequeña y honesta que trabaja en plena sintonía con el entorno que le da vida. Paco Chacón es el encargado de gestionar esta pequeña bodega que ofrece, sin lugar a dudas, las mejores vistas de la mítica ciudad de Ronda, en uno de los lugares más fotografiados de toda la provincia. Sus vinos recogen toda la esencia de la zona aprovechando el suelo terroso y calizo, la humedad y la cercanía del bosque mediterráneo formando parte de la D.O. Sierras de Málaga.
Disfrutar del mejor maridaje con la cultura del vino
Ronda como destino de lujo no solo ofrece esta visita a la cultura vinícola y a la producción de vinos gracias a diferentes variedades de uva, desarrollados con técnicas ancestrales y destinados a paladares exquisitos. La ciudad también aloja uno de los restaurantes más interesantes de la provincia de Málaga. Bardal, de Benito Gómez con dos estrellas Michelin donde se maridan los vinos de la comarca con los platos más selectos, en una apuesta por la cocina honesta y sin artificios. Gastronomía gourmet en una zona llena de atractivos para los amantes del vino, la buena comida y la historia en un paisaje de ensueño.
Muchos motivos para escoger Ronda
Ronda, es andalusí y romana, cosmopolita y pegada al terreno, capaz de incorporar entre sus calles y plazas a los mejores restaurantes de la alta gastronomía, al mismo tiempo que mantiene viva las raíces de los arrieros con su trasiego en burro o las historias de los bandoleros, bandidos que asaltaban a las diligencias aprovechando la topografía de la zona. Miradores espectaculares, actividades y eventos exclusivos que se mezclan sin complejos con la historia de una de las comarcas más ricas de la provincia de Málaga y la Costa del Sol. Una zona en continua evolución, que mantiene ese gusto rural y se enorgullece de un entorno natural rico y enclavado en el sitio perfecto por el que han pasado siglos de historia. Una historia, que las bodegas que conforman la zona, ayudan a descubrir, proteger y valorizar para dar sentido a este destino privilegiado del sur de Europa.