Nuestro viaje de lujo comienza en la década de los 40. Era la primera vez que Rudolf Graf von Schönburg pisaba lo que hoy conocemos como Marbella. El conde Rudi respiró profundamente aquella brisa marina, abrió el oído para escuchar a los pájaros y observó con detalle el suave movimiento de las buganvillas y pinos alrededor de aquella costa salvaje. La temperatura en su piel se sentía agradable y el horizonte le permitía divisar el mar y la montaña con solo girar la vista. Algo le dijo en su interior que había llegado al paraíso. Así fue.
Rudolf venía a visitar a su familia, su primo Alfonso de Hohenlohe había coincidido con él en Suiza, durante sus estudios de hostelería. El príncipe, hijo de Maximiliano Egon de Hohenlohe-Langnburg había viajado años antes para adquirir una finca de 52.000 metros cuadrados llamada Santa Margarita y dedicada a la explotación agrícola. Cuando el príncipe Alfonso bajó del Rolls-Royce que conducía su chófer, quedó impactado por la temperatura, el olor de la brisa y la luz. De inmediato supo por qué su padre lo había enviado a aquella tarea. Lo que no sabía ninguno de los protagonistas, es que ese paraíso de 27 km de costa se convertiría en la Marbella cosmopolita, exclusiva y abierta al mundo que hoy conocemos.
El conde que descubrió su lugar en el mundo
En septiembre de 2022, el conde Rudi entraba en las instalaciones del Marbella Club, espacio que ha dirigido durante 66 años para celebrar su 90 cumpleaños rodeado de su familia y amigos. La alegría, el bienestar y la pertenencia que el conde, de origen alemán, siente por este enclave del sur de Europa, es irrebatible. Su residencia habitual desde que su primo le encargara, en 1955, la tarea de dar vida a un hotel destinado a alojar a sus numerosos amigos, repartidos por medio mundo. Con gran esfuerzo y dedicación lo convirtió en un paraíso para sus selectos visitantes.
Marbella, el lugar ideal
En su primer viaje de lujo a Marbella, el conde Rudi pudo apreciar claramente la enorme sensación de bienestar que aquel lugar imprimía a todo el que llegaba. Los amigos del príncipe Alfonso, repartidos por todos los continentes, ya hablaban en sus cenas sobre ese maravilloso lugar en el sur de España. Cuando Alfonso le propuso hacerse cargo del Marbella Club, no dudo en aceptar el reto.
Al cortijo que pertenecía a la finca y que se había convertido en la casa familiar de los Hohenlohe, se añadía un nuevo edificio que mantenía la idea de crear un motel de carretera similar a los que el príncipe pudo ver en California durante sus estudios de agronomía. En 1954 se dio forma a las pocas habitaciones que lo componían, con un aparcamiento en la puerta, pensado para alojar a amigos y a viajeros que hacían la ruta Málaga-Sevilla por aquellas carreteras rústicas. Aún, hoy en día, se mantiene el edificio integrado en la estructura de uno de los mejores resorts del mundo. Marbella se convertía, casi sin saberlo, en el destino ideal para reunir a personalidades de todo tipo. Sin duda, un lugar privilegiado en el que la mayoría de los días se observan las montañas del Rif en Marruecos o las tenues luces de Tánger tras el Peñón de Gibraltar, situado a pocos kilómetros. Un enclave ideal como así demostró el tiempo.
Un clima perfecto todo el año
El perfecto equilibrio entre la naturaleza y el clima sorprendían a todos. La cercanía con el pico de la Concha, parte de la Sierra Blanca, antiguamente dedicada a la minería, en contraste con el mar Mediterráneo, creaban una burbuja de microclima perfecto. Las fincas dedicadas a la agricultura, burros, algunas vacas y muchos pescadores que repartían el pescado de casa en casa en un ecosistema acogedor y agradable. Más de 320 días soleados al año y una temperatura media de 17º en invierno y 31º en verano, que facilitaba una amplia vegetación tropical acariciada por la brisa del mar. Varios kilómetros de costa en los que disfrutar de la pesca, el sol, los deportes náuticos o la simple contemplación de la naturaleza. Al lado, una sierra abierta al senderismo y rodeada de especies botánicas silvestres que llenaban de colorido la zona.
Un entorno natural que te invade para siempre
Encontrar un lugar como el pueblo de Marbella en un viaje de lujo, con sus casas encaladas, sus pinos y buganvillas, chumberas y jazmines, era algo que nadie podía olvidar. Una zona amplia frente a un Mediterráneo de color azul intenso, calmado como un plato, pero lleno de vida al mismo tiempo. Unas aguas que proveían de boquerones, sardinas, corvinas y quisquillas, entre otros muchos manjares a lugareños y viajeros. Un entorno natural que llamaba la atención de sus visitantes, maravillados con la multitud de sensaciones que invadían sus sentidos. Sin duda, la iniciación de un viaje sensorial a través de un lugar auténtico y real que, gracias a una inteligente evolución urbanística, sigue siendo el mismo.
Uno de los resorts más exclusivos
Los estudios de hostelería que el conde Rudi había cursado en la Swiss Hotel Management University de Lausanne, lo ayudaron a enfocar la tarea que le había encomendado su primo. El Marbella Club se convirtió en el hotel 5 estrellas más acogedor y exclusivo de la Costa del Sol, gracias, en parte, a la personalidad arrolladora del conde. De hecho, si algo atraía al Príncipe Alfonso, uno de los mejores embajadores que Marbella podía tener, era la elegancia que desprendía esa sencillez del entorno natural en aquellos años, mezclada con la capacidad del conde para integrar a todos en este selecto ambiente. La pureza del aire y esa temperatura constante enamoraban a todo aquel que visitaba a la familia o las instalaciones del hotel en sus inicios. Pero no solo eso les atraía. El Marbella Club se convirtió en el centro de negocios ideal, por allí pasaba todo el que era alguien. El pueblo de Marbella pasó de sus 10.000 habitantes en los años 50 a casi 30.000 en los años 70. A día de hoy la ciudad cuenta con más de 150.000 residentes en temporada baja y, aun así, sigue manteniendo ese aire de pueblo.
El viaje de lujo del conde Rudi
El conde Rudi realizó su viaje de lujo al paraíso gracias a la hospitalidad y el carácter abierto y afable de los marbellís. A pesar de las dificultades en el idioma, cualquier lugareño se esforzaba en comunicarse, creando una atmósfera única de acogida cálida y alegría andaluza. Soñador, profesional y centrado en ofrecer lo mejor a los clientes y amigos que lo visitaban, el conde Rudi analizó cada detalle para formar un menú adecuado, aprovechando lo que ofrecía el entorno.
En los inicios, había poca verdura y la carne era un bien preciado, siempre podía encargarse desde otras zonas, pero las conexiones aún no eran las ideales. La cocina francesa y esa sensación de estar en un incipiente Saint-Tropez lo llevaron a decidirse por el souflé como plato estrella de las primeras épocas, ya que los huevos eran abundantes en la zona. Una carta que incluía pescados a la brasa o espetados, tal y como los cocinaban los lugareños. Una sensibilidad que volcó en la forma de decorar el Clubhouse o dar vida a los jardines, ofreciendo las mejores vistas, espacios amplios, flores y naturaleza en su máximo esplendor y un lugar único bañado por la identidad local. El Clubhouse se convirtió en el lugar de paso obligatorio, el sitio perfecto para conocer a lo mejor de lo mejor en Marbella.
La vida cotidiana en los inicios de Marbella
La relación del Marbella Club con el entorno era cotidiana gracias a la compra de pescado y productos de la zona, pero también al hecho de que el hotel contaba con el único teléfono en varios kilómetros a la redonda, por lo que era parada obligatoria de vecinos, viajeros y transportistas. Aristócratas con sus familias, artistas y empresarios añadían, casi sin saberlo, nuevos matices a un lugar ya de por sí privilegiado, exclusivo y apartado de todo. Varias Marbellas comenzaron entonces a desarrollarse, a diferencia de otras zonas con una gran afluencia de turismo, el pequeño pueblo fue tomando forma de ciudad con proyectos hoteleros y nuevas instalaciones pensadas para el disfrute. El primer campo de golf y quizás el más selecto de Europa, se conformó en las instalaciones de Santa Margarita por petición del Duque de Windsor.
Otros constructores y fortunas llegaron a la zona y establecieron villas de lujo. Comenzó la planificación de Puerto Banús con unas calles trazadas usando los caminos que recorrían los burros de la zona para mantener esa identidad de pueblo blanco andaluz. Y así, a fuego lento, la Marbella cosmopolita que conocemos hoy fue tomando forma, anclada a sus orígenes para seguir siendo el paraíso que Alfonso de Hohenlohe y el conde Rudi supieron ver desde el primer instante.
Un viaje de lujo a la Marbella de hoy
Julián Cabanillas llegó a Marbella, en su particular viaje de lujo, para una entrevista de trabajo. Nunca había estado aquí, pero en cuanto llegó notó ese feeling especial con el lugar. Un buen pálpito. El actual director del resort Marbella Club lleva casi doce años en la ciudad y se enamoró de este rincón del mundo desde el primer momento.
La Marbella real
Marbella era y es un sitio real. El resort, que comenzó en la finca Santa Margarita a día de hoy, cuenta con 58.000 metros cuadrados destinados al disfrute. El antiguo cortijo pasó a convertirse en club social y restaurante. Justo en la mitad del camino desde el pueblo de Marbella, con su encantador casco antiguo lleno de callejuelas y Puerto Banús, uno de los puertos deportivos más lujosos de toda Europa, inaugurado en 1970, se encuentra el inicio de todo: Marbella Club. Un lugar perfecto que sigue manteniendo la entidad de ese pueblo real. Una identidad compuesta por los marbellís, las personas que viajan de forma puntual, los enamorados de la Costa del Sol que fijan su domicilio habitual o los que pasaban por estas costas para hacer negocios y terminaban adquiriendo su segunda residencia embelesados por este enclave privilegiado.
Un destino diferente y especial en la Costa del Sol
Un viaje de lujo al Marbella Club hacia patente que su idea del lujo iba más allá de las opciones disponibles, el servicio perfecto y el gusto por la excelencia y los detalles. Viendo fotos antiguas de aquella zona, se descubre ese particular acento andaluz de paredes blancas que reflejan el sol. Un ambiente relajado y relajante que convive y convivía sin problemas con las fantásticas fiestas nocturnas. Una esencia que no se ha perdido con el paso de los años. Marbella es un enclave especial y diferente por el que han pasado fenicios, púnicos y romanos, para más tarde contar con presencia visigoda, bizantina y musulmana. Un lugar en el que la historia, los restos arqueológicos, los deportes náuticos y acuáticos, el tenis y el golf, se desarrollan en perfecta sintonía con una excelente calidad de vida. Una esencia viva gracias al arraigo de lo andaluz que combina el encanto de lo antiguo con lo sofisticado. Esa pasión por vivir el presente, la gastronomía gourmet y de cercanía, el deporte y las relaciones sociales terminan de configurar un estilo de vida diferente y especial.
El lugar de encuentro: Marbella Club
En mitad de lo que es hoy la Milla de Oro está el lugar de encuentro. Empresarios, aristócratas, estrellas de cine, vecinos de Marbella, profesionales de diferentes áreas y viajeros han pasado a lo largo de los años por el resort. Un centro neurálgico creado con mimo por un equipo humano liderado por el conde Rudi. Casado con la Princesa María Luisa de Prusia en 1971, fue idea de esta dar forma al Kids Club. Una propuesta pensada para las numerosas familias que venían con sus hijos, y que el actual director, Julián Cabanillas, rescató cuando se hizo cargo del Marbella Club. Relaciones basadas en el aprendizaje, el disfrute y el entretenimiento, con el que consiguen la estancia perfecta.
Lo mismo ocurre en el clubhouse, con su ajetreada vida social, y al mismo tiempo refugio preferido de muchos de los que por allí han pasado. Hoy en día, rinde homenaje a sus comienzos durante los años 50 en ese rescate de la memoria presente de la zona. Un lugar para todas las edades, todas las culturas y todos los idiomas. Un rincón de Andalucía que ha sido, es y será punto de encuentro en el que reír, hacer negocios, concretar ideas o disfrutar de su exquisita gastronomía, gracias a una zona repleta de todo lo que uno puede desear y bien comunicada con el resto del mundo.
Un paraíso en continua evolución
Ese viaje de lujo inicial a una Marbella rural y pesquera sigue estando presente en la esencia de la ciudad. Tanto el conde Rudi, como Alfonso de Hohenlohe y muchos otros nombres propios de constructores, artistas, aristócratas y personalidades de diferentes culturas han conformado lo que es hoy la Costa del Sol. Una historia a la que nuevas personas siguen dando forma día a día. Un paraíso con un microclima privilegiado y un estilo de vida cosmopolita. Un lugar que enamora día a día, aportando su luz vitalista, su cálida brisa y un olor a mar que se mezcla sin complejos con los mágicos aromas de las flores tropicales. Un paraíso al que llegar y pertenecer comprando en las mejores tiendas, comiendo en los restaurantes más selectos y compaginando historia, cultura, naturaleza, diversión y desconexión en apenas unos kilómetros de costa.
Todo es posible en Marbella
Foco de atracción para el talento en su particular viaje de lujo al paraíso, donde todo es posible. Los mayores profesionales en la gastronomía, la salud, los deportes náuticos y acuáticos, el arte y la cultura. Un espacio en el que encontrar los más selectos servicios, desde inmobiliarios, hasta el alquiler de villas, yates o coches exclusivos. Pero la historia del lujo es más que eso, porque aquí se dan cita los mejores profesionales de la hostelería, la restauración, la jardinería, la belleza, la estética, la nutrición o del mundo de la moda. Gracias, a su trayectoria, a su búsqueda de la excelencia y a la multitud de eventos exclusivos de las marcas más importantes del mundo del lujo, Marbella es el epicentro de una burbuja climática que alberga las más valoradas infraestructuras, actividades y servicios. Uno de los club hípicos más selectos de Europa, uno de los mejores resorts del mundo o el club de golf más exclusivo. Un interesante circuito de arte o antigüedades y la posibilidad de experimentar sensaciones únicas y exclusivas que se asienta en años de historia vivida. Un paraíso ubicado en uno de los entornos más selectos, exquisitos y peculiares del mundo.