Desde Ibn Gabirol a Manuel Altolaguirre, Emilio Prados y su revista Litoral, pasando por Vicente Aleixandre, Lorca o Manuel Alcántara. Málaga siempre ha sido tierra de poetas. Poetas que nacieron aquí, que desarrollaron su producción literaria en la capital de la Costa del Sol. O poetas que estaban de paso y se quedaron prendados por la bohemia malagueña, por el mar y por la luz. En definitiva, nunca hemos sido indiferentes ante la literatura. Las letras protagonizan la estética de un barrio muy céntrico, Pozos Dulces, que quizá no conocías y que está a cinco minutos del Museo Carmen Thyssen, por ejemplo. Si puedes, pásate: merece la pena.
Doblas una esquina y te encuentras con un verso de Constantino Kavafis: “No hallarás otra tierra ni otra mar. La ciudad irá en ti siempre”, relativa a la conexión emocional entre el ciudadano y sus calles. En otra, “Málaga, martini del mar”, de Rafael Pérez Estrada, poeta oriundo de la capital. Federico García Lorca te recuerda que “las estrellas no tienen novio”. Son frases inconexas en apariencia, pero están repletas de belleza. E íntimamente ligadas a las sensaciones y sentimientos que genera la capital de la Costa del Sol.
La inspiradora Plaza del Pericón
El proyecto fue rematado con la que es considerada una de las plazas más bonitas de la ciudad. La plaza del Pericón, abandonada en otros tiempos, fue reconstruida en base a un jardín vertical, apoyado en un “muro de las palabras”. La palabra “pasión” aparece en el centro de la construcción, y es rodeada por los más bellos vocablos de nuestro idioma –y posiblemente, de muchos otros-, que comienzan con una de las letras que forman la principal. “Abrázame”, “infancia”, “natural”, “solidario”, “oyéndote”… Está planteada como una zona de paso, pero aun así, todo el que la descubre se para. Son simples caracteres que pueden llegar a emocionar. Es el poder de la literatura.
No se trata de un mero gesto de embellecimiento. Málaga es sensible a las artes plásticas, queda demostrado con los museos que nos han puesto en primera fila del turismo cultural: pero también somos sensibles a las letras. Y las letras son sensibles a Málaga. Ya lo decía Alexandre cuando recitaba aquello:
“Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria,
antes de hundirte para siempre en las olas amantes.”
Hace unos años, un proyecto realizado por el arquitecto José Fernández Oyarzábal se propuso revitalizar Pozos Dulces. A escasos metros de calle Carretería, una de las arterias del centro, esta zona se levantaba a espaldas de la muralla medieval que levantaba la ciudad. Son calles angostas y estrechas, adecuadas al modo de vida de la época, y cuyo encanto se multiplica. Una de las acciones que se realizaron fue adornar las paredes con frases de poetas relativas a Málaga, al mar, al modo de vida de una ciudad siempre inquieta.